Chichis. Tetas. Senos. Lolas. Mamas. Pechugas. Melones. Boobies. Domingas. Teleras. Pechos. Llámalas como quieras, es la primera protuberancia que entra por la puerta seguida del resto de nuestro ser…

Llegar el domingo temprano a casa de la abuela, antes de que llegaran todos los tíos y primos, era maravilloso…

En mi afán desmedido de retomar los clásicos, nombraré esta etapa como mi regreso al nostos.

Justo antes de entrar por la puerta del rellano, me doy cuenta, en este mes de marzo, que mi mayor olvido no fueron las llaves, sino mi vida misma…

Recuerdo claramente los primeros días del inicio de la cuarentena en México.

Ando de estreno con la sesentena de la cuarentena. Ya se me pasó lo de pensar en la incertidumbre. Ya acepté que muchas cosas no sólo se van a posponer…

Aquí estoy. Ni siquiera sé cuántos días han pasado desde que se recomendó hacer cuarentena. Y por bien propio y común seguimos órdenes.

Cuando fui monja, estuve en confinamiento obligado un año y tres meses. Mis alcances fuera de casa eran dos y eran locales…

Tenía nueve años. Fue mi primer contacto consciente con la experiencia de la muerte. Ella se llamaba Ofelia…

Empezó a trabajar a los 9 años cuando puso su primer negocio vendiendo zacates, luego en la escuela vendió dulces y ya más grande ayudaba en el puesto familiar…

Para muchas esta fue su primera marcha, no para mí, ni para mi hija de 11 años. Sin embargo fue distinta a todas las anteriores.

El domingo 8 de marzo amanecí muy decidida, no hice mayor planeación para acudir a la marcha. Di por hecho que allá vería a todas mis amigas.